Ayer por fin hicimos el asado que tanto tiempo llevábamos esperando. Desde que somos pequeños nos reunimos en el Tejar de Somontes un grupo de amigos para hacer una barbacoa a la argentina, es decir, un asado. El maestro de ceremonias es Rodolfo, un argentino de los buenos, de familia emigrante, con un apellido impronunciable y una simpatía inigualable. Él pone la carne y la sabiduría. Nosotros el hambre :). Ayer éramos los Ferrero, los Álvares-Builla, los Rieznik, los Miró y los Izquierdo. Cada uno de las familias llevó algo para picar, pero lo bueno estaba en las brasas.
Teníamos un poco de todo. Empezamos con unos canapés de foiegras algo picante y sabrosísimos. Seguimos con unas patatillas, y unas aceitunas de Campo Real que con un toque a tónica (sí, me sabían a tónica) hicieron mis delicias. Y luego pasamos a lo serio. Empezó a salir la morcilla y los chorizos criollos. Empezamos a hacerlo bajar con la magnífica coleslaw (ensalada de col) de los Izquierdo Miró, una ensalada de lentejas, una ensaladilla con aguacates y gambas y una deliciosa ensalada de pimientos rojos asados, con un acertadísimo punto dulce.
Luego siguieron viniendo los cortes argentinos. No podían fallar el bife de chorizo, el matambrito, el lomo y la entraña, a lo que unimos con cortes más españoles como el secreto de cerdo. Para acabar una refrescante ensalada de melón con sandía, por parte de los padres Miró, y un helado de dulce de leche. Ah, y a Ana nunca se le olvida el café bien calentito.
Una magnífica comida, muy divertida, y que nos aguntó sin llover (aunque no las teníamos todas con nosotros).
Teníamos un poco de todo. Empezamos con unos canapés de foiegras algo picante y sabrosísimos. Seguimos con unas patatillas, y unas aceitunas de Campo Real que con un toque a tónica (sí, me sabían a tónica) hicieron mis delicias. Y luego pasamos a lo serio. Empezó a salir la morcilla y los chorizos criollos. Empezamos a hacerlo bajar con la magnífica coleslaw (ensalada de col) de los Izquierdo Miró, una ensalada de lentejas, una ensaladilla con aguacates y gambas y una deliciosa ensalada de pimientos rojos asados, con un acertadísimo punto dulce.
Luego siguieron viniendo los cortes argentinos. No podían fallar el bife de chorizo, el matambrito, el lomo y la entraña, a lo que unimos con cortes más españoles como el secreto de cerdo. Para acabar una refrescante ensalada de melón con sandía, por parte de los padres Miró, y un helado de dulce de leche. Ah, y a Ana nunca se le olvida el café bien calentito.
Una magnífica comida, muy divertida, y que nos aguntó sin llover (aunque no las teníamos todas con nosotros).
PD. La carne era de Cesario Gómez
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