Saturday, October 22, 2011

Sorel Men's 1964 Premium T Canvas Boot

El jueves fue un gran día. Muchas buenas noticas: el trabajo iba bien, me sentía feliz, ETA declaró el abandono de la violencia y me metí una deliciosa sopa tailandesa con gambas. Andando para casa pensé: "oye, si llego y están mis botas esperando en casa, será un día perfecto". Las botas no estaban, así que el día se quedó en casi perfecto.

¿De qué botas hablo? Para los que no lo sepáis, el clima en Boston es difícil. La frase que más me gusta es la de "si no te gusta el tiempo en Nueva Inglaterra, espérate 10 minutos". El tiempo cambia muchísimo, un día puede hacer un calor húmedo sofocante, y al día siguiente la temperatura cae 20 grados y te llueve sin parar. Y en invierno es conocido por las tormentas de nieve y las temidas tormentas de hielo (lluvia que va cayendo y se transforma en hielo antes de tocar tierra).

Para sobrevivir a estas condiciones ya estoy preparado. Me traje el pantalón y el abrigo de esquiar. Calcetines, gorros y guantes. Pero me faltaban las botas, unas botas con las que andar por ciudad cuando todo está cubierto de nieve y cuando uno tiene que andar de casa al metro aunque no tenga ganas y estemos a -15º. Así que mirando llegué a unas botas preciosas de Sorel, en varios colores y con un precio bastante bueno (110$). Miré mi talla en una tienda de Harvard Sq (donde costaban 130$) y luego me fui a Amazon que eran más baratas. No sé qué hice que al final el precio se quedó en 82$ (ojalá lo supiese para volver a hacerlo) y me acabaron llegan a casa anoche. En vez de hacer perfecto un día casi perfecto, me alegraron un día que parecía que iba a acabar muy mal. Muy mal porque estoy en la ofi trabajando (ahora estoy esperando que me pasen unas cosas) y me pusieron una sonrisa en la cara. Os adjunto las fotos del desempaquetamiento.




Sunday, October 16, 2011

Fin de semana en Maine


Los estadounidenses son gente muy práctica. La mayoría de las fiestas las hacen coincidir con jueves, viernes o lunes para tener puentes. Así, este pasado lunes se celebraba Columbus Day (el Día de la Hispanidad), pero en vez de caer en 12 de octubre como pasa cada año en España, aquí se celebra el 2º lunes de octubre, por lo que puede caer entre el 8 y el 14 de octubre. Hasta principios de la semana pasada no tenía ningún plan, y como no me quería quedar en Boston durante uno de los últimos fines de semana de buen tiempo del año, miré cuál era el Parque Nacional más cerca de Boston.



Maine es un gran estado en extensión (no tanto en población) que queda en el extremo noreste de Estados Unidos, haciendo frontera con las provincias canadienses de Quebec y Nuevo Brunswick por el norte. Es una zona conocida por su naturaleza y allí se encuentra el Parque Nacional de Acadia, el primer Parque Nacional de los Estados Unidos al este del río Misisipi. Para llegar allí alquilamos un coche en Enterprise, muy barato porque conocemos a alguien que trabaja allí. Bueno, no lo conozco yo, sino que es un amigo de Lauro, el compañero de trabajo mexicano que se vino conmigo a Maine.


Salimos el viernes por la noche y llegamos a las inmediaciones de Acadia pasadas las 00:00. Pillamos las llaves de nuestra habitación en un hotel muy mono (Knights Inn Bar Harbor), un edificio largo de una sola planta con porches y sillas a la entrada de cada habitación, y a dormir hasta el día siguiente. No dormimos mucho, a las 8 estábamos duchados y desayunando en el hotel (café, zumo y mufins, nada espectacular). Pillamos el coche, condujimos hasta el parque, compramos nuestro pase semanal (es obligatorio comprarlo aunque solo entres una vez) y condujimos por la carretera circular que rodea el parque. Llegamos a las inmediaciones de Sand Beach y dejamos el coche para empezar la primera caminata del día: subir al Beehive y al Gorham Mountain pasando por el lago The Bowl. Bajamos hacia la playa y volvimos al coche por el camino paralelo al mar. Nos hicimos unos sandwiches y nos los tomamos en Sand Beach, disfrutando de la arena y las olas. Lauro que es un valiente hasta se bañó mientras yo disfrutaba del solecito otoñal.



Y por la tarde seguimos con el coche por el Loop (carretera circular) hasta el Jordan Pond (un gran lago) donde nos hicimos el perímetro del lago y subimos al pico Penobscot, desde donde se disfrutaba de unas magníficas vistas del parque. Bajamos, pillamos el coche y nos fuimos de vuelta al hotel, pero antes haciendo dos paradas estratégicas. La primera fue en un restaurante al lado de la carretera, donde venden marisco y te lo cuecen para tomártelo en unas mesitas que tienen al aire libre. Imaginaros el buen tiempo que hacía, ya que Maine es conocido por su mal tiempo, y estábamos cenando al fresco. Buenísima la langosta, seguida de medio kilo de mejillones, una mazorca de maíz, ensalada de col y mucha mantequilla. Y la segunda parada, no tan sabrosa pero muy productiva, fue en el Walmart. Acostumbrado a los precios de Boston para todo, lo del Walmart me parece que estoy robando a alguien. Me compré cosas de primera necesidad a mitad de precio que lo que pago en Boston!


El domingo nos volvimos a despertar pronto y nos fuimos a alquilar una canoa para navegar por el Long Pond. Ni yo ni Lauro teníamos demasiada experiencia en el arte de las canoas, pero nos pusimos chuni chano y nos hicimos el lago de arriba a abajo. De vuelta, matados, Lauro tirándose una vez más al agua, devolvimos la canoa. Entonces fue cuando nos dijeron todo lo que habíamos hecho: 4 millas de largo tenía el lago, por lo que habíamos hecho 8 millas!!! Con la satisfacción del deber cumplido, nos pillamos el coche para ir a Bar Harbour, el pueblo central de la isla en la que se encuentra el parque. Muy bonito, con mucha vida y con gente con pasta.


Y la idea fue pasar el resto del tiempo conociendo los pueblos entre el parque y Boston. Así, antes de que anocheciera, nos bajamos a Candem, a una hora del parque, es un bonito pueblo al lado del mar. Cuando se hizo de noche decidimos bajarnos a un motel en Lewiston que habíamos pillado por internet y que estaba al lado de los pueblos que queríamos ver el día siguiente.


Empezamos con Freeport, que no está mal, pero es más un gran centro comercial que un pueblo! Como no nos gustó mucho (a Lauro le gustó más que a mi porque se compró medio pueblo) nos fuimos al otro lado de la bahía para ver el parque estatal de Wolfes Neck Woods, el que me gustó muchísimo. Pasamos un rato por allí antes de bajar a Portland, la ciudad más grande de Maine, donde se puede disfrutar del Puerto Viejo y de mucho ambientillo con tiendas y restaurantes en calles peatonales. Para cerrar el viaje, y antes de pillar el coche para volver, nos fuimos a un Domino's Pizza a disfrutar de una pizza con queso feta y espinacas.

Ya de vuelta a Boston, dejé a Lauro en su casa, deje mis cosas en mi casa, bajé al aeropuerto a dejar el coche y me volví con la sensación de haber pasado un grandísimo fin de semana.