Sunday, December 06, 2009

Boston


Perdonad el retraso, pero ha sido una mezcla de pereza con no parar de hacer cosas. No muy coherente, ya lo sé. Pues estuve en Boston casi un mesecillo, con Kay, y nos lo pasamos genial. Hacía más de 3 años que no había estado en los EEUU, y me di cuenta que nada ha cambiado :). ¡Todo sigue igual de grande! Quizás eso es lo que más impresiona de los EEUU a un extranjero: lo grandes que son los coches, lo gigantes que son los edificios, los inmensos ascensores, los descomunales platos de comida...

Pero Boston es mucho más que todo eso. Kay vive en una zona residencial, "demasiado buena", al oeste de Boston, llamada Brookline. Tiene las ventajas de estar muy cerca del centro de Boston, pero a la vez te da la sensación de que estas en una ciudad de mediano tamaño con todo cerca de casa. Unos supermercados muy buenos, pequeños cafés donde tomarte unas crepes y cine donde ver pelis no estadounidenses! Vamos, que es una ciudad de culturetas.

La casa de Kay es maravillosa. Comparte la casa con su hermana Kara aunque cada una disfruta de su cuarto propio. Y los cuartos, para que os hagáis una idea, seguramente son mas grandes que los salones de vuestra casa: camas gigantes (¿para qué lo necesitan cuando son tan pequeñitas? jaja), ventanas al exterior, suelo de madera. Comparten el cuarto de baño y luego tienen una cocina que da al salon comedor. Con tal espacio no me extraña que Krystal, la amiga de Kay, siempre se quede a dormir. Tendré que empezar a no ponerme celoso...

Boston es conocida por tener un otoño es espectacular. Sí, magnífico. Tiene unos parques muy chulos, como son el Public Garden o el Arnold Arboretum, donde la mezcla de colores crea unos paisajes preciosos. Pero no hace falta irse a un parque para disfrutar de esta maravilla: los propios árboles de la calle se tiñen de naranjas, rojos y marrones. Pasear por cualquier parte de la ciudad es como estar en medio de un bosque otoñal.

Los que más me conocéis sabéis que soy un culo inquieto, por lo que no podía dejar nada por ver en Boston. Y como compañeros de fatigas me cogí a Kay y a mi primo (que me visitó una semana). Así visitamos todo lo visitable en Boston: Museo de Artes, Museo de Historia Natural de Harvard, Museo de la Ciencia, Instituto de Arte Contemporaneo, Museo de Isabella Stewart, Freedom Trail (y todo lo que abarca), Newbury Street, Biblioteca de Boston, Theater District, Prudential Center, Beacon Hill, Universidad de Harvard, Lexington, Concord, Back Bay, South End... ¿Cuáles fueron mis preferidos? Pues como zona donde comprarme una casa en Boston, sin duda la exclusiva zona de Beacon Hill. En sus calles empedradas y sus pequeñas casas de ladrillo se mezcla el glamour, la tranquilidad y el día a día de una zona muy céntrica y relajada. Y de las atracciones a las que fuimos, me quedo con el Museo de Isabella Stewart. Esta ricachona neuyorkina se dedicó a coleccionar arte durante toda su vida y luego decidió meterlo todo en una casa. Lo curioso es que no se centró en un arte en concreto, por lo que tenemos un edificio con un patio renacentista, con azulejos andaluces, antigüedades egipcias y pintura barroca. Un puzle que solo se puede encontrar en este museo único.

También conocéis mi debilidad por la comida. En Boston, como sucede en el resto de los Estados Unidos, la oferta culinaria es excepcional. Me encanta la capacidad que han tenido los estadounidenses de elevar el bocadillo a comida de restaurante. Para los españoles el bocadillo es algo de bar, baratillo. Para los yankees el bocadillo puede ser un plato principal tan válido como un entrecot en España. Aquí también podemos añadir la hamburguesa (espectacular la de Mr Bartley's con los EXQUISITOS aros de cebolla) y los burritos (nada como Anna's o Chipotle). En cuanto a comida más elaborada, me quedaría con el clam chowder (crema de almejas típica de la zona de Nueva Inglaterra) que tomamos en Joe's y la pizza de Upper Crust. Sin embargo, nuestra única incursión en los restaurantes de categoría de Boston fue bastante frustrante, ya que The Bristol Lounge, en el hotel Four Seasons, no nos convenció para nada.

La sensación que me ha quedado de la ciudad es que es mucho más abarcable que otras ciudad estadounidenses y que el ritmo de vida es mucho más sosegado. La ausencia de rascacielos hace que caminar por el centro de la ciudad sea más agradable. La gente se ve que tiene mucho dinero y me ha sorprendido la conciencia que tienen por comprar productos ecológicos. El hecho de que sea una ciudad universitaria choca con el hecho de que no haya mucha vida nocturna, lo que da como resultado unas universidades donde la gente estudia más que en España (y son más conocidas jaja). Un gran sitio para vivir, con un clima que puede ser de perros (por suerte a mi me hizo buen tiempo) y con un ambiente muy cultural.