El sábado nos despertamos pronto porque quería enseñar a Jude y Melisa el centro del DF. Bajamos al Zócalo con el mismo taxista con el que bajé el domingo pasado y una vez allí nos paseamos por la catedral y la plaza. Tanto él como ella tenían unas ganas imperiosas de comprar souvenires (ya sabéis lo muchísimo que me gusta perder el tiempo comprando chorraditas) así que entre el Zócalo, Bellas Artes y compras matamos la mañana. Como no me apetecía mucho perder todo el día en cosas que ya había visto, les sugerí que bajásemos en metro al Bosque de Chapultepec donde ellos podían ir al Museo de Antropología mientras yo iba al Castillo de Chapultepec.
Me esperaba poco de este castillo, pero era por ignorancia. Para llegar al castillo uno se baja en la parada de Chapultepec del metro y tras entrar en el Bosque tiene que empezar a subir la colina sobre la que se edificó el palacio. Eso es, más que un castillo es un palacio. Se construyó como Academia Militar Nacional, pero cuando llegó el emperador Maximiliano en 1864 se convirtió en su residencia. Posteriormente sería Observatorio Nacional, luego la residencia de los presidentes de México y por último el presidente Lázaro Cárdenas lo convirtió en Museo Nacional de Historia.
Y como podéis ver mucha historia ha pasado por sus paredes, muebles y suelos. Hay objetos de las guerras contra los españoles, estadounidenses y franceses, hay recuerdos de todos los mandatarios que vivieron entre sus muros y hay unas magníficas vistas de toda la ciudad. Me pareció uno de los tops del DF.
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