Ayer estuvimos en casa de mi hermana y mi cuñado celebrando el cumpleaños de mi madre. Aprovechamos para ir a Can Izquierdo-Miró porque actualmente es la casa más presentable de todas. La mía no hace falta hacer ningún comentario, y la de mis padres está aún de mudanza de vuelta de las obras. Llegamos pronto, y bañamos a la niña. Le pusimos un mono, y nos pusimos a cenar. La cena: exquisita.
Todo primeras marcas. Papá fue a Mallorca a comprar cosas de catering, y cual más buena. El foie con pan de higos era exquisito, y aunque yo no soy un amante de los patés, trajo uno de sabor más fuerte pero super sabroso. Seguimos con un poco de salmón (del auténtico, del que no sabe a preempaquetado de Carrefour) con tostaditas de mantequilla (¡oh, gran invento, la mantequilla facil de untar de Arias!). No me quisiera olvidar de los quesos, que fueron una maravilla: un camembert en su punto, un reblochon de los que tiran para atras, un trocito de manchego de los anfitriones que fue de lo mejor de la noche y el Saint Felicien que es casi tan grande como el Saint Marcelain. Acompañado todo con cabeza de jabalí, ensaladita de berros y un Marqués de Murrieta. El postre siguió con el éxito de la noche: una suave tarta de limón. Sí, estos del Mallorca lo hacen todo muy bien.
Friday, April 25, 2008
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