Sunday, April 24, 2011

Primer día en París: Louvre



Los billetes que pillé hace tiempo para ir a París eran baratísimos, pero tenían un pequeño inconveniente: el sábado salía a las 6:40 desde Barajas. Así que intentando ahorrar un poco de pasta decidí ir al aeropuerto con la nueva linea de autobuses exprés que va desde Atocha (sólo durante el día) y Cibeles a Barajas. Un taxi desde casa a Cibeles, 2 euros de Cibeles a la T-1 de Barajas y en un periquete estaba en la puerta de embarque. Por suerte tan pronto por la mañana los vuelos de easyJet aún no van con retraso por lo que bien cómodo en la salida de emergencia llegamos a la hora a París.

Otro viaje en autobús desde el Charles de Gaulle hasta el Meridien Etoile ya estaba totalmente asentado en la ciudad de las luces. Pensé que una buena forma de empezar era visitando el Louvre. Ya pensar en este museo que ocupa más de 200.000 m² y con 35.000 piezas expuestas da miedo. Siguiendo el consejo de la Lonely Planet pillé la entrada en un estanco del Carrousel du Louvre y me salté la larga cola que hay en las taquillas principales. Como solo tenía pensado pasar un día en el Louvre (un museo que según dijo el guía tardas 15 días en verlo detenidamente) pensé que lo mejor era participar en una visita guiada en inglés.

El guía, un joven francés, blanquecino, con una media melena rubia, un pañuelo de Hermés sobre su chaqueta azul y con un acento que en España llamaríamos vallecano (allí tiene más glamour porque es acento de la ribera derecha) nos enseñó las piezas más importantes del Louvre, empezando por el arte egipcio y sus magníficas esfinges, pasando al arte greco-romano con esculturas como la Venus de Milo, pasando a arte renacentista de Giotto y el Bosco, luego pasando a pintura del siglo XVI de da Vinci o el Veronés y terminando con pinturas del siglo XVIII y XIX de Rigaud o Delacroix.

Sí, muchas cosas para un tour de apenas dos horas. Todo me pareció excepcional aunque sigo sin entender qué es lo que tiene La Gioconda de da Vinci que atrae tanta expectación hacia este cuadro. No me parece que tenga una técnica fina, me parece como todo lo que hacía da Vinci muy oscuro, el fondo no aporta nada al cuadro y tienes que pelearte con 10.000 japoneses para poder ver el cuadro.

Para intentar liberarme de todo el estrés vivido en mis primeras 3 horas de visita en París me fui un poco hacia el norte a comer delante de la Bolsa de París, en el Vaudeville. Me pedí el menú del día, con un pastel de salmón y un steak tartare acompañado de una deliciosa cerveza Grimbergen, en la terraza disfrutando del sol.

Ya por la tarde volví al Louvre para visitar tranquilamente las colecciones de arte antiguo: Oriente, Egipto, Grecia, Roma, Islam. Espectacular la colección de este museo. Uno se va de vuelta al hotel con una sensación de enanismo frente a este gran altar de la cultura que es el Louvre.

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