Estas protestas las iniciaron los monjes budistas, aunque pronto se unieron los estudiantes y los activistas de la oposicion. Hasta el momento han muerto 9 personas, decenas han sido arrestadas, y se han visto imágenes espeluznantes, como la muerte de un periodista japones a manos de un miembro del ejército birmano. Desde aquí también me gustaría denunciar algo que se ha empezado a hablar hace poco, pero que es de tremenda relevancia: Aung San Suu Kyi, la única Premio Nobel del país, lleva en arresto domiciliario desde 1989 (con breves libertades, como la de 1991 para recoger el Premio Nobel de la Paz). Se le ofreció la libertad, a cambio de abandonar el país, pero se negó. Como ella dijo:
No es el poder lo que corrompe, sino el miedo. El miedo a perder el poder corrompe a aquellos que lo ejercen y el miedo al azote del poder corrompe a aquellos sobre los que se ejerce.
Kenji Nagai, instantes antes de morir
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