Friday, December 30, 2011
The Nutcracker, en la Boston Opera House
Anoche, gracias a la generosidad de Lex, fuimos a la Ópera de Boston a ver el ballet The Nutcracker, El Cascanueces, de Tchaikovsky. El otro día le dije que nunca había visto ballet, y me comentó que la Compañía Boston Ballet estaba representando las últimas funciones de su actual puesta en escena de El Cascanueces, que llevan representando desde 1995, y que el año que viene cambiarán.
La Ópera de Boston, al contrario del Real de Madrid, es lo que se espera de una ópera. Como decía mi tío Toni, una torre de control de un aeropuerto tiene que ser grande y parecerlo. Algo así pasa con las óperas, tienen que ser grandiosas y además parecerlo. Ésta cumple con los cánones, mucho oro, mucho terciopelo, y un par de pisos que sientan a más de 2600 personas.
Pillamos las entradas que teníamos reservadas en la taquilla y subimos al segundo piso. Desde ahí se puede admirar el inmenso fresco que ocupa el techo de la sala. Las entradas no parecían nada del otro mundo, pero me equivoqué. Empezó el ballet y con ello una puesta en escena genial. Muchas canciones conocidas, unos decorados impresionantes, y lo más importante, unos bailarines que me parecieron de otro planeta. Tal vez esto es lo que se ve en cualquier ballet, pero a mi me pareció irreal :).
Mis número favoritos fueron "Nº 12 Valse des flocons de neige" y el "Nº20 Grand ballabile" y los dos números con el oso de peluche gigante. Gran regalo de fin de año!
Thursday, December 29, 2011
Comida de San Esteban en El Serrat
El día de San Esteban se celebra el 26 de diciembre y es un día festivo en Cataluña. Las familias se reunen y comen juntas canelones y carne, estos primeros rellenos con los "restos" de la comida de Navidad.
En nuestra familia siempre nos reuníamos con nuestra bisabuela, Enriqueta de Luna (según ponía en su menú de boda, Enriquetilla). Desde que murió hemos seguido manteniendo la tradición, y aunque siempre faltan algunos, siempre tenemos una buena cantidad de asistentes. Cuando me bisabuela vivía hacíamos la comida en un hotel de Vic (localidad de donde es mi abuela materna), pero al par de años de morir mi bisabuela movimos la comida a un pueblo cerca de Vic, Taradell, donde el famoso restaurante Can Jubany ha abierto una sucursal, El Serrat.
El sitio es espectacular, al lado de un campo de golf, en un edificio moderno de acero corten y cristaleras infinitas. Todo ello con una vista del Pirineo de un lado y el Montseny del otro. ¿Y la comida? Pues os la paso a relatar.
Aceitunas gazpachas
Con sus zanahorias y guindillas. Esto se echa de menos en EEUUGalletas "oreo" de parmesano
Una de las creaciones más originales.
Mollete de pan con jamón ibérico "Joselito"
Excepcional. Simple combinación de pan con jamón... ¿pero qué más podemos pedir?
Air-baguette de tocino iberíco con caviar de aceite de oliva
Exquisita elaboración, con la esferificación del aceite y el ligero crujiente del tocino
Crujiente de brandada de bacalao
Hojaldre de higo caramelizado y mi-cuit de foie
Caldo con "galets" y albondigas
***
Canelones
Este plato es lo mejor de toda la comida. Sí, me siento como un niño tomando la pasta con la cremosa bechamel y el relleno
***
Pato asado con relleno de foie y frutos secos
En este punto ya estamos que explotamos y nos traen carne con foie? 9 sobre 10
***
Tronco dulce de avellanas y chocolate con crujiente de barquillo
No os dejéis llevar por el nombre. Yo no daba nada por el que fue el acabó siendo el mejor plato de toda la comida.
Wednesday, December 28, 2011
Navidades en España
Estas Navidades han sido cortas pero intensas. He pasado una semana escasa en España, pero ha valido la pena.
Salí de Boston el martes pasado, y por primera vez en mi vida perdí un avión. Otras veces he estado cerca de perderlo (me acuerdo de una noche loca de karaoke antes de salir para Camboya) pero esta vez se consumó el desastre. Llegué al Logan y me dijo el de US Airways que mi vuelo había cambiado de hora y que me daban asiento para el día siguiente. El billete lo había reservado mi jefe a través de la agencia de viajes con la que trabajamos, y tal vez le comunicaron el cambio y él se olvidó de decírmelo. ¡Quién sabe! De todas formas llamé a la agencia, me recolocaron en otro vuelo vía Dublín y llegué un par de horas más tarde de lo planeado.
En Madrid estuve solo un par de días pero me dio tiempo a ver a mucha gente. Quedé con Guille, Luis y Fer, con los ex compañeros de Isban, con Lola y Alicia. Tomamos tapas, cañas y cafés pero no me dio tiempo a pasearme mucho por Madrid.
El viernes por la mañana, después de salir el día antes de copitas con los compis, subimos en coche a Barcelona con mis padres. Un Madrid Barcelona en coche es como un vuelo transatlántico corto, pero sin pelis ni comida. Es curioso como tras tantos años de hacer este camino llegas a memorizar todos los paisajes por los que pasas durante 620 kilómetros.
En Barcelona me quedé en casa de Santi, que se ha independizado en un precioso piso al final de Travesera de Les Corts, donde corta con Avenida de Sarria. Tuvimos muchas comidas con familia (Navidad, San Esteban), cenas con familia (con mi tío Augusto, el día de Nochebuena) y mil historietas con unos sobrinos y sobrinas que están creciendo rapidísimo.
Para volver, otra vez, vía Dublín con Aer Lingus. Curioso lo del aeropuerto de Dublín, donde se pasa el control de pasaportes y aduanas de Estados Unidos antes de subir al avión. Te ahorra tiempo, aunque la educación de los agentes de inmigración es igual de horrorosa que en EEUU. Tanto que esta vez he abierto una reclamación en la página web del Servicio de Control de Fronteras de EEUU.
Salí de Boston el martes pasado, y por primera vez en mi vida perdí un avión. Otras veces he estado cerca de perderlo (me acuerdo de una noche loca de karaoke antes de salir para Camboya) pero esta vez se consumó el desastre. Llegué al Logan y me dijo el de US Airways que mi vuelo había cambiado de hora y que me daban asiento para el día siguiente. El billete lo había reservado mi jefe a través de la agencia de viajes con la que trabajamos, y tal vez le comunicaron el cambio y él se olvidó de decírmelo. ¡Quién sabe! De todas formas llamé a la agencia, me recolocaron en otro vuelo vía Dublín y llegué un par de horas más tarde de lo planeado.
En Madrid estuve solo un par de días pero me dio tiempo a ver a mucha gente. Quedé con Guille, Luis y Fer, con los ex compañeros de Isban, con Lola y Alicia. Tomamos tapas, cañas y cafés pero no me dio tiempo a pasearme mucho por Madrid.
El viernes por la mañana, después de salir el día antes de copitas con los compis, subimos en coche a Barcelona con mis padres. Un Madrid Barcelona en coche es como un vuelo transatlántico corto, pero sin pelis ni comida. Es curioso como tras tantos años de hacer este camino llegas a memorizar todos los paisajes por los que pasas durante 620 kilómetros.
En Barcelona me quedé en casa de Santi, que se ha independizado en un precioso piso al final de Travesera de Les Corts, donde corta con Avenida de Sarria. Tuvimos muchas comidas con familia (Navidad, San Esteban), cenas con familia (con mi tío Augusto, el día de Nochebuena) y mil historietas con unos sobrinos y sobrinas que están creciendo rapidísimo.
Para volver, otra vez, vía Dublín con Aer Lingus. Curioso lo del aeropuerto de Dublín, donde se pasa el control de pasaportes y aduanas de Estados Unidos antes de subir al avión. Te ahorra tiempo, aunque la educación de los agentes de inmigración es igual de horrorosa que en EEUU. Tanto que esta vez he abierto una reclamación en la página web del Servicio de Control de Fronteras de EEUU.
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