El sábado pasado conseguí llevar por primera vez a alguien a la Ópera. No es que Miguel fuese obligado, pero es que las otras dos veces que he ido este año fui solo. Quedamos bastante pronto para conseguir las entradas de última hora para menores de 26 años y tuvimos suerte. Aunque no nos sentamos juntos tuvimos dos asientos en el patio de butacas, que con el 90% de descuento pasaron de 156€ a 15,6€.
La ópera, L'incoronazione di Poppea (La coronación de Popea, de Monteverdi) es la primera ópera histórica escrita, y narra la búsqueda de poder de Popea y la búsqueda de amor de Nerón. Ambos están casados pero empiezan a vivir una pasión que Popea alimenta por sus ambiciones de ser coronada emperatriz. A la vez, la primera esposa de Nerón convence al esposo de Popea de que la tienen que matar. Ottone, con la ayuda de su nueva amante (sí, amantes arriba, amantes abajo) intentará matar a Popea. Al descubrirse las intenciones de todos se condena a la primera mujer de Nerón a embarcarse hacia alta mar y a Ottone y su nueva amada los destierran. Popea se casará con Nerón y será coronada emperatriz.
Lo que más me chocó en un principio de la ópera fue la música. La orquesta no era la titular del Real sino que trajeron a Les Arts Florissants, que nos enamoraron con guitarras renacentistas y pianos prehistóricos. Lo segundo que más me sorprendió fue los dos papeles principales masculinos, el Nerone y Ottone, que fueron escritos para ser interpretados por castrati. Me pareció que para alguien que no lo es, mantener esa potencia de voz con falsetes es todo un logro. Así, tanto a Miguel como a mi nos encantaron esos dos personajes, y luego Miguel se inclinó por la cantante que interpretó la Virtud mientras que yo me incliné por la Drusilla.
Muy buena ópera, con un montaje más austero que los que había visto antes, pero veo que poco a poco me voy enganchando.
